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Si tuviera que describir con imágenes la experiencia de haber participado en el taller La Ruta de Emprendedoras Artesanas usaría evidentemente la del mapa (tremendo mapa se está creando) y la apoyaría con la del cuadro Las hilanderas y las tejedoras (nota1). En ambas imágenes coinciden muchas palabras clave:

-Un espacio de trabajo común (uno físico y otro virtual),
-las labores y sus tecnologías (las de tejer, las de los cuidados, las de cultivar, las de cocinar, …)
-la conversación
-la condición femenina y sus saberes
-los trabajos productivos y reproductivos...

Las artífices de este taller explican muy bien en qué consiste y dentro de qué proyecto mayor se encuentra. Mi forma de resumirlo, tal cual lo percibo, es que en estos talleres se tejen redes de personas y de futuros posibles construidos desde ellas, desde sus saberes, sus pasiones y los territorios que habitan. Y todo eso se hace, quiero decir, se crea un entorno:
- que fomenta la creatividad.
- la capacidad de imaginar, de fantasear...porque esto son también ingredientes fundamentales del pensamiento emprendedor.
- la capacidad de diseñar servicios o productos desde los recursos de que dispone cada una, o de los que es capaz de disponer de forma real en un tiempo dado.
- que sabe acercarse de manera concreta y cercana a la realidad de cada una.
- que enseña cómo contar desde la historia de cada una aquello que hace porque le apasiona.
- que da herramientas para enfocar estos saberes, estos trabajos, con el objetivo de introducirlos en el mercado, o mejor dicho, de crear tu mercado, tu red de clientes.
- que acerca las nuevas tecnologías de la comunicación a las personas y no al revés.
- que trata de acercar las estructuras económicas-fiscales del territorio que habitamos a la condición de cada persona, y no al revés.

Y creo que esto es posible porque no se habla desde fuera ni desde arriba, porque quienes imparten el taller hablan desde la empatía de ser también emprendedoras artesanas, que sufren las absurdidades del régimen de autónomos español y demás historias para no dormir...

Ya lo planteaba Simone de Beauvoir, que la libertad de las mujeres (y en realidad de todas las personas) no llegaría por su independencia económica a no ser que ésta estuviese dentro de un sistema económico creado desde ellas...desde ellas, desde sus saberes y desde los territorios que habitan.

Hace mucho que iniciamos una línea de investigación para entender qué es eso del desarrollo local, (imperdible este post de Ester) tratando de definir qué tipo de desarrollo local queremos hacer...Creo que el interés por diseñar proyectos de desarrollo local y de cooperación al desarrollo, al menos en mí, ha estado en que exigen diseñar procesos que trabajan con lo múltiple (la diversidad de formas de habitar, de estar en el mundo, como potencial), lo micro (las micropolíticas como herramienta de empoderamiento creada desde y por cada contexto) y lo existente (las historias, significados y recursos que ya existen en cada contexto como referentes). Tras este taller remarco dos ingredientes para que se produzca ese modelo de desarrollo local que deseamos: se trata de buscar el desarrollo de la persona concreta, desde su propia subjetividad, y de crear redes distribuidas de colaboración en las que el individuo no pierda su autonomía a la vez que forma parte de algo superior a sus límites.

Y termino con unas anotaciones que hice en aquella conferencia de Pedro Alberto Cruz en la Escuela de Arquitectura de Alicante, donde ya se hablaba de todo esto y que también sirven para describir estos talleres como modelos críticos del sistema :

“...los modelos críticos del sistema actual deben buscar una localización a lo subjetivo, porque la política es subjetiva, no es un lugar...
...Cualquier modelo crítico del sistema debe actuar desde la estrategia policéntrica: diseminación de situaciones con sus diferentes conflictos. Debe ser un sistema capaz de actuar sobre todos ellos, como un conjunto de partes que operan coordinadamente sin perder su autonomía…

Que siga la Ruta!


(nota1) Lo normal en los talleres de principios de la industrialización no era la escena que representa el cuadro. Las mujeres obreras eran más exploradas que los hombres obreros, y fueron las fábricas de tejidos su máximo exponente. Pero en este cuadro, (quizás porque aún parece un taller artesanal más que una fábrica de procesos mecanizados) las mujeres pueden hasta conversar. Otra cosa diferente es poder imaginar que fuesen copropietarias de ese taller. Eso ya es ciencia ficción. Eso pertenece a proyectos que tienen claro que la emancipación sólo es posible desde la descentralización, desde la distribución más justa de poderes y economías.

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(imagen 1: tejiendo los costados de una mecedora)

Jugar construyendo cosas forma parte del aprendizaje natural del ser humano. Y mientras construyes diseñas. Uno de los  recuerdos  más emocionantes que tengo de mi infancia es haber construido una cabaña hecha de palets y plásticos, junto a un árbol, con mi prima Belén, en la huerta de Jacarilla. Los materiales se consiguieron de fábricas cercanas (algo bastante impensable de hacer en la ciudad). Hacerla fue una hazaña épica y creativa para unas niñas. Recuerdo también con cariño tardes de invierno tejiendo bufandas con mi madre. No era una aventura arriesgada y libre, como irse a hacerte una cabaña, pero suponía la adquisición de una destreza, la de saber hacer un tipo de nudos siguiendo unos patrones. Tenía la parte reconfortante de mantenerte concentrada y ver como poco a poco producías algo, pero si era demasiado poco a poco, o no requería ir introduciendo variables (el color, modificaciones del patrón) no terminaba la tarea.
A día de hoy sigo viviendo como una aventura el diseño y la construcción de cosas, la experimentación con las herramientas y con los materiales de que disponga en cada momento o el reto de conseguirlos. Con los años además comencé a ver las técnicas del tejer como una labor compleja, creativa, cargada de significados. Hay ingredientes recurrentes entre las cosas que he diseñado a lo largo de los años (ya fuese un proyecto arquitectónico o un objeto doméstico): el trabajo desde el “objet trouvé”, el reversionado de cosas existentes, el tejer superficies tensadas entre estructuras…
(imagen 2: parte del Proyecto Final de Carrera de Arquitectura. Experimentando con superficies tejidas de diferentes materiales)
(imagen 3: construyendo una pérgola de módulos de caña tejidos)

(Para continuar leyendo este post, pinchar aquí. Es la weblog de la RUTA DE EMPRENDEDORAS ARTESANAS, donde estoy realizando un taller impartido por las muy magníficas Sonia, Ester y Laura, y del que próximamente me gustaría escribir algunas reflexiones.)
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