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(Statics, Joachim Schim)

En el capítulo Ruidos de archivo del libro La fotografí@ después de la fotografía, Fontcuberta habla de la obra Statics del artista Joachim Schmid en la cual el autor trituró todo tipo de imágenes de su archivo personal consideradas por él inservibles, previamente clasificadas por temáticas, para después hacer con sus fragmentos unos collage parodiando lo que sucede en una emisión de televisión mal codificada, continuando así uno de los mensajes que impregna toda su obra: “hay un exceso de imágenes en el mundo y una obstinación desmesurada por atesorarlas”. Triturar todo lo que pueda llegar a ser un documento
es un escándalo para los defensores de la memoria, de la conservación y del archivo, para todos los que confíen en la protección de las cosas a través de su patrimonialización. Pero Fontcuberta expone la defensa a este tipo de prácticas artísticas por trabajar para liberarnos, a través de su cuestionamiento, de una sacralización que amordaza nuestra subjetividad, que impide toda posibilidad de apropiación subjetiva de la historia. Considera el trabajo de Schmid una labor de deconstrucción y reconstrucción, dentro de las escuelas de la apropiación y el reciclaje:


“Estática puede pues leerse como un comentario al archivo en clave de extravío: nos confronta a una dialéctica entre documentación y experimentación, o entre memoria y desmemoria...Si atendemos por otra parte a su proceso configurador, recorreremos dos fases bien cargadas semánticamente: deconstrucción y reconstrucción, fragmentación y síntesis.”


“La historia institucionalizada se convierte en un corsé que moldea la memoria, pero a costa de coartar la experiencia del presente y del futuro. Por eso el primer deber crítico de todo historiador es desinstitucionalizar la historia, secularizarla, en fin, desproveerla de discurso autoritario. Esta es la labor del historiador pero también de esa conciencia paralela en que se convierte a menudo el arte.”


“¿Cómo equilibrar el respeto hacia lo antiguo con la libertad de acción para resolver nuestros problemas de ahora? Esta es una cuestión especialmente pertinente en arquitectura, ya que nos fuerza a tomar decisiones controvertidas respecto a la rehabilitación de edificios y conjuntos urbanos. A los políticos y arqueólogos les resulta difícil, por ejemplo, evadirse del culto a las ruinas.

(La fotografí@ después de la fotografía, Joan Fontcuberta)


( dead channel morning in the countryside, The Gif Opera Gabinet)


Foncuberta pone más ejemplos de prácticas artísticas enfocadas a esta misma labor, como él mismo dice, más o menos afortunadas (a mi me encantan estos collage-gifs). Hay muchas maneras de deconstruir el discurso impuesto y desde luego si me queda algo claro después de mi experiencia trabajando con ruinas y con sus memorias, es que los procesos de deconstrucción, apropiación y reutilización son necesarios para poder trabajar con estos elementos, si lo que tratas es de superar ideas preestablecidas, ideas que vienen de un pensamiento logocéntrico basado en dicotomías simplificadoras de la realidad, donde uno de los dos elementos domina siempre sobre el otro. Hablo aquí de esa ruina material o inmaterial que necesita una transformación, intervención o activación para tener un porvenir y que puede ser considerada un patrimonio o un bien común por un grupo de personas. La deconstrucción supone el deseo de trabajar con la historia, o mejor dicho, con las historias de estas ruinas, pero permitiéndose experimentar con ellas:


“Yo no he renunciado a la palabra “deconstrucción”, porque implica la necesidad de la memoria, de la reconexión, del recuerdo de la historia de la filosofía en la que nosotros nos ubicamos, sin no obstante pensar en salir de dicha historia.”





No soy experta en la teoría de Derrida, pero desde lo leído, lo escuchado y lo sentido, siempre he interpretado la deconstrucción como una actitud crítica, investigadora y activista a la vez, consciente de que la historia y el orden social establecido son construcciones humanas y por tanto cuestionables, una actitud que se sitúa en los bordes del sistema tratando de ver lo que somos, tratando de vislumbrar así otra forma  posible de hacer las cosas. Por eso al leer textos como este que enlazo, y del que extraigo algunos párrafos, siento afinidad con su interpretación de la deconstrucción (incluso aunque el texto en sí tiene importantes contradicciones):


“Para Derrida, la base metafísica se halla en la oposición entre el habla y la escritura. Para el feminismo, el problema metafísico se encuentra en la oposición entre lo masculino y lo femenino. Para nosotros, el fundamento de la metafísica se desprende de la barra misma de la oposición (/), una barra que incomunica los elementos que entablan una relación jerárquica.

Obviamente, no hay problema en reconocer una diferencia, por ejemplo, entre lo masculino y lo femenino, el problema reside en que esa diferencia crea un efecto de jerarquía. Diremos, por tanto, que lo propio de la barra no es establecer una oposición paritaria (del estilo Zipi y Zape), sino el crear un efecto de jerarquía. Naturalmente, no todas las oposiciones son jerárquicas, pero sí las metafísicas.”


“No parece difícil darse cuenta de que si lo propio de la metafísica es la barra que delimita una oposición jerárquica sea del tipo que sea, entonces gran parte de la lucha social y política tiene que ver con esas oposiciones jerárquicas.”

“...lo que sí que está claro es lo que la deconstrucción busca: poner patas arriba el discurso metafísico, logocéntrico o falogocéntrico allí donde se presente: en la filosofía, en el arte, en la política, en el derecho, en la sexualidad. Por ello, la deconstrucción no es ni una filosofía, ni una teoría literaria o artística...sino una política que afecta a la totalidad de los campos del saber, una política que toca y afecta a la idea de límite, separación, polaridad, frontera, jerarquía, origen, finalidad, etc."

“Dicho de otra manera: lo que la deconstrucción persigue... es que la barra que mantiene una oposición jerárquica se torne blanda, de manera que los términos que permanecían separados rígidamente se interpenetren, se toquen, se contaminen entre sí…”

“... la deconstrucción siempre debe evitar sentirse abrumada por el contexto en el que opera, por aquello de lo que trata de huir, y abrirse a lo nuevo, a lo experimental, a una salida cuyo rasgo es haber sido capaz de crear algo nuevo desde el interior del edificio que se pretendía  deconstruir…”


Richard Rorty decía que Derrida era un poco dramático y que con sus ” juegos de lenguaje” más que deconstruir la metafísica y el logocentrismo, lo que hacía era seguir construyéndolas. Es posible, pero bueno, podemos quedarnos con lo que busca la deconstrucción y no con los modos utilizados por Derrida. Porque, ¿acaso no es lo que hace Simone de Beauvoir en el “Segundo Sexo” una deconstrucción de la historia de la humanidad tal  y como había sido contada hasta ese momento?. Para mi si lo es, y además lo hace con un lenguaje tan claro que su libro fue y sigue siendo leído por personas que nada tienen que ver con lo académico o lo filosófico. Si me quedo con lo que busca la deconstrucción según esta interpretación como actitud política es porque considero que sí es necesaria en muchas ocasiones para ese fin que según Richard Rorty ha de tener toda investigación:  "hacernos más felices permitiéndonos afrontar con más éxito el entorno físico y la convivencia"

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Entonces, ¿se trata de hacer la deconstrucción más práctica? Trabajo con compañeros que han utilizado la palabra deconstrucción en otros sentidos más prácticos y concretos, pero a mi me interesa esa concepción de la deconstrucción como una actitud política que llevará al uso de unas técnicas y métodos concretos según el caso y que irá unida a las prácticas de apropiación y reutilización. Y ¿cómo se materializa dicha actitud trabajando con ruinas y sus memorias?


Todo lugar o contexto tiene un sumatorio de historias sobre él que le dan unos significados ante los que hay que posicionarse: ignorarlos, invisibilizarlos o taparlos, estetizarlos según parámetros institucionales, imponer una única visión o una visión plural, investigar sus orígenes, cuestionarlos, apropiarse subjetivamente de ellos. En la ruina se produce una concentración dramática de estos significados, dramática porque se encuentra con las relamidas dicotomías PASADO/FUTURO, MEMORIA/DESMEMORIA, CONSERVACIÓN/EXPERIMENTACIÓN, TRADICIÓN/PROGRESO y porque las estrategias de patrimonialización proceden de una tradición profundamente heteropatriarcal…

La deconstrucción de estas dicotomías no supone hacer que la dominada pase a ser la dominadora, sino que se diluyan sus fronteras y que aparezcan nuevas formas de poder ser. No hay una única metodología, eso está claro, pero mi sentir es que todo proceso que se plantee la deconstrucción como actitud política ha de desarrollar estrategias de comunicación a través de las cuales construir nuevos sentidos y sinsentidos con los demás. Las teorías y prácticas feministas, la etnografía experimental, los estilos de creatividad social y las prácticas artísticas colectivas, son a mi entender buenas bases para el diseño de esas herramientas de comunicación (entendiendo la comunicación, por supuesto, no sólo como una cuestión verbal sino también visual, táctil…)

Pienso ahora que gran parte de lo planteado en mi pfc se puede explicar como la propuesta de un proceso de deconstrucción, apropiación y reciclaje colectivo de un oasis. Con el proyecto Desde las Minas, lo intentamos...pero hablar de eso lo dejo para otro capítulo. Y el taller Postales Relato también es un campo de prácticas de estas investigaciones...

Termino este post ya muy largo poniendo como referencia la última intervención sobre una ruina que he conocido, incluso visitado, y que considero un ejemplo de ese proceso de deconstrucción, apropiación y reutilización de la ruina y de sus memorias. Se trata del proyecto EDOM Espacio Doméstico, que en sí mismo es un proyecto para la exhibición de videoarte, pero que además lo hace interviniendo en espacios domésticos, siendo su punto de partida dos viviendas abandonadas en el pueblo murciano de Blanca. Viviendas de construcción tradicional preindustrial de esta zona, cuyo habitante era conocido por los vecinos de Blanca como el drácula, por cosas como haber tapiado las ventanas y rumores sobre orgías. El caso es que cuando a un arquitecto le dan una casa así desde las administraciones públicas lo que le suelen pedir es un museo etnográfico para la memoria local y de la historia de un habitante así, mejor que no se hable. La manera en que, insisto, el equipo de EDOM (Enrique Nieto y las FruFru) deconstruyen y se apropian de esta situación, me produce una gran sonrisa. Y es que ahora puedes recorrer cada rincón de la casa, mirando bajo las escaleras o abriendo un armario, para encontrarte con una videoproyección que te traslada a cuestiones globales, sobre el cuerpo, la religión, la política...todo bastante turbio, como aquel habitante original. Y el caso es que parece que triunfa entre los vecinos!







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