Shahrazad, y otros cuentos de heroínas

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“Sueños en el Umbral” es el libro más dulce que recuerdo haber leído. Su primera lectura fue casi táctil. Me llegó a través de una cadena de amigas, con origen en Ana Enguita. Creo que la frase con la que pasaba de unas a otras era: “toma, éste es un libro que toda mujer debería leer”. Por supuesto es un libro para que lea toda persona, pero sí, estar sensibilizada con las cuestiones de género (se sea o no mujer) y tener algún tipo de vínculo con el mundo árabe-musulmán, aunque sólo sea la consciencia de tenerlo presente, te hace disfrutar y crecer con su lectura.

Algunos comparan el libro con el de “Las mil y una noches”, aunque no tenga nada que ver en cuanto al formato narrativo, la comparación viene de la capacidad seductora, entre la fábula y la experiencia cotidiana vivida, de las protagonistas, que son las narradoras. En el segundo capítulo del libro, Fatima Mernissi relata como descubrió el mito de Sharazad y por qué los cuentos de “Las mil y una noches” se llaman así. Dice:

“Me sorprendió comprobar que muchos occidentales consideraban a Shahrazad una animadora encantadora pero simple, alguien que cuenta historias inocuas y viste de manera fabulosa. En nuestra región del mundo vemos a Shahrazad como una heroína valerosa y es uno de nuestros escasos personajes femeninos míticos. Es una estratega y una gran pensadora, que utiliza su conocimiento psicológico de los seres humanos para hacerlos caminar más deprisa y saltar más alto. Como Saladino y Simbad, nos hace más osados, nos da seguridad en nosotros mismos y en nuestra capacidad para transformar el mundo y sus habitantes.”

Efectivamente, yo como occidental no tenía esa imagen de “Las Mil y una Noches” ni de la protagonista del cuento que enmarca todos los demás, Sharazad, una cuentacuentos experta “convencida de que tenía un poder excepcional y conseguiría poner fin a las muertes. Curaría el alma atormentada del rey hablándole de las cosas que les habían pasado a otros, simplemente. Lo llevaría a tierras lejanas para que observara costumbres ajenas y se acercase más a su propia enajenación interior...”Shahrazad estaba segura de que si conseguía que el rey se viera a sí mismo, él desearía cambiar y amar más.”

“Las mujeres de Las mil y una noches de Shahrazad no escribían sobre la revolución, sino que la vivían sin más, de manera peligrosa y sensual, y siempre conseguían solucionar sus problemas. No intentaban convencer a la sociedad de que las liberara, sino que se liberaban ellas mismas.
...decidí entonces que si alguna vez dirigía alguna batalla por la liberación de la mujer, no olvidaría la sensualidad. Como decía tía Habiba: ¿Para que rebelarse y cambiar el mundo si no puedes conseguir lo que le falta a tu vida? Y lo que le falta más claramente a nuestras vidas es amor y lujuria. ¿Por qué organizar una revolución si el nuevo mundo va a ser un desierto emocional?

Por supuesto todo esta apuesta por lo emocional, la sensualidad, el amor y la lujuria, no va reñido con el compromiso por el conocimiento y la investigación aplicada a sus luchas. De hecho Fatima Mernissi es una autoridad mundial en los estudios del Corán, entre otras cosas.

Volviendo al libro de "Sueños en el Umbral", todo el relato sucede en los diferentes escenarios de un Harén doméstico, la casa en la que vive, salvo en algún capítulo donde la acción sucede en el harén de su abuela materna, cuya arquitectura y paisaje es completamente diferente, aunque las micropolíticas que lo rigen si se parezcan, y lo que en un caso son fronteras físicas y psicológicas que marcan las reglas de comportamiento, en otro caso basta con que sean psicológicas para seguir marcandolas.

A través del relato de la vida doméstica y sus micropolíticas, Fátima va reflexionando sobre el porqué de la no evolución (incluso involución) de la sociedad a la que pertenece, sin condenarla, porque es capaz de detectar las cualidades que tiene que serían envidiables para cualquier cultura, como el  hanan, que tiene lugar en los espacios de la primera planta y azotea de la casa, menos estrictos que la planta baja (“hanan, una cualidad emocional marroquí..que básicamente consiste en una corriente de ternura que fluye con naturalidad, despreocupada...las personas que ofrecen hanan nunca amenazan con retirarle el cariño a alguien si comete una falta leve o incluso grave pero involuntaria).
Fatima creció rodeada de mujeres que le enseñaron y le ayudaron a construir su vida tal cual ella quisiera, no debiendo estar anclada a las tradiciones que no comprendiese.
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Desde que lo leí pensé que es un libro para dibujar, para ilustrar las experiencias y las micropolíticas del espacio doméstico de un harén, porque desde ahí, desde lo micro y la multitud de visiones, se podrá comprender mucho mejor otras razones de ser del mundo árabe, mucho más complejas y ricas que lo que difunden desde los telediarios y medios oficiales.
Hace tiempo intenté dibujar algo de lo que en ese harén doméstico pasaba, extrapolable a los entornos domésticos que conocí en los viajes a Marruecos que he hecho. 
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Igualmente, estudiando la evolución en las micropolíticas de los espacios domésticos occidentales, podremos comprender mejor, desde más puntos de vista situados, por qué estamos donde estamos, y sobre todo, podremos imaginar mejor hacia dónde y cómo queremos ir. Por eso estos días, junto a la relectura de “Sueños en el Umbral”, me estoy leyendo “La casa, historia de una idea”, también recomendada por Ana Enguita y que fue uno de los punto de partida del PFC de Ester Gisbert.

Está claro que hacen falta nuevos cuentos, nuevos relatos para imaginar el futuro, pero hay relatos atemporales, o imprescindible de leer para poder escribir con mayor acierto los de nuestro presente.

Por eso, para poder contribuir a los nuevos tecnoimaginarios, o a la construcción de los relatos de heroínas contemporáneas como Hackerina, antes me tengo que leer (alguno de) los cuentos de “Las mil y una noches”, como el de la princesa Budur, e incluso tratar de dibujar-grafiar parte de los relatos de libros como “Sueños en el Umbral”.
De hecho el año pasado colaboré en un tímido intento por construir otra heroína contemporánea, LaFantástica, pero creo que nos faltaron inputs o contexto para continuarlo. No pasa nada, todo suma conocimiento y experiencia, y todo se continúa aunque sea en formas muy dispares.

De entre mis compañeros de eGruyere, quienes más están profesionalizando el oficio de contar cuentos desde las herramientas contemporáneas y hacia la construcción de relatos futuros, son Jose Abellán y Laura Yago, con el proyecto Tropos para construir nuevos imaginarios.

 Eternamente agradecida a Ana Enguita por fomentar la lectura entre sus amigas de "Sueños en el Umbral".

3 comentarios:

Ester dijo...

Ei! aquí también hablas de "La casa historia de una idea", qué guapo que se junten estas cosas!
Lo de juntar políticas, espacios y trabajos domésticos es lo que hacía en los "mapas de las amas de casa". Me quedé en la chica nómada pero ya estoy pensando en incluir un nuevo "cromo" con los hackers, jije. Quizá podamos hacer otro con la casa árabe.
Oye, y otro palabro comparable a tecnoimaginarios: tecnografías

Desbordante dijo...

A pues si podría molar mucho un cromo de las "mujeres del Harén", y ya puesto otro de las "mujeres del Oasis"(que tienen otras labores, como cultivar en el borde del oasis con el desierto, para impedir que entre en casa)
Bueno, pues encontraremos un hueco para seguir completando el tablero de juego, sus cromos, y sus tecnologías domésticas, ;)
MOlan las tecnografías, mucho nivel por las tierras indianas, ;)

Jose Abellán dijo...

¡Enhorabuena por el post! Y gracias por tu último párrafo, me emocioné al leerlo :)

Al leerlo, me acuerdo mucho de tu PFC y todas las conversaciones que lo rodearon.

Seguro que sabías que tecnoimaginarios es resultado del concurso Conexiones Improbables: http://www.conexionesimprobables.es/pagina.php?m1=185&m2=189&m3=190&id_p=361

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